A todos nos pasó alguna vez que tuvimos un accidente, una pérdida, cometimos un gran error o nos vimos en un momento que nos llevó a preguntarnos… ¿por qué a mí?
Por qué si soy tan buena/o, por qué si no le hago mal a nadie… ¿por qué a mí? Muchas veces, cuando percibimos una situación como injusta o como algo que debería pasarle a otros, nos hacemos esta pregunta, sin dar lugar a la reflexión y aprendizaje que nos presenta.
¿Cómo podemos aprovechar los momentos de crisis para aprender más sobre nosotros mismos y nuestro entorno?
Fundamentalmente borrando el “por qué a mí” de nuestro vocabulario y cambiándolo por un “para qué a mí”. Cuando nos preguntamos por qué estamos yendo hacia el pasado, hacia las razones que ocasionaron un evento. Sin embargo, cuando reflexionamos en el “para qué” estamos mirando hacia adelante, sabiendo que todo lo que nos pasa, aunque en un primer momento no lo entendamos así, es para nuestro bien, para crecer.
¿Cuántas veces te viste haciéndote esta pregunta, y al cabo de un tiempo agradeciste esa “desgracia”? A veces las situaciones incómodas, que nos ponen a prueba, vienen a mostrarnos capacidades que creíamos que no teníamos, a mostrarnos una nueva realidad o a quitarnos un peso que no sabíamos que cargábamos.
Si miramos sinceramente hacia atrás, un tiempo después de esos hechos, descubriremos grandes enseñanzas.
Cada experiencia nos presenta un mensaje súper importante que si aprendemos a leer, nos permite fluir con la vida y elevar nuestro entendimiento, comprendiendo que todo es perfecto, que cada vivencia tiene una razón de ser y que lo que tiene que suceder, sucederá.
Así que la próxima vez pregúntate para qué el Universo te enfrenta a esa situación incómoda, de crisis, o de pérdida, y qué podés aprender de ella. Cada día es una oportunidad de crecimiento, aprovéchala!
NOTA GENTILEZA: Poly. Enlace a su IG.